GENTE LIBRO / GENTE LIBRE

En abril del 2053 conocí en Madrid a una insólita tribu urbana. La GENTE LIBRO los llamaban y se les reconocía por un detalle de su vestimenta: las playeras blancas con textos de libros famosos.

Era esa, supe poco después, su estrategia para enfrentar el creciente desapego de la humanidad al texto impreso y el efecto de seducción que ejercían las pantallas de todo tipo. Para ellos, LA PALABRA (del latín “parábola”) conservaba  su raíz etimológica de “comparación” y el libro que las fija ayudaba a distinguir lo espurio de lo genuino.

De ahí que la GENTE LIBRO organizara reuniones masivas, portando cada quien la playera con su libro preferido, para vindicar el hábito de la lectura de esa forma singular. Con ello querían evitar que la humanidad terminara siendo una sociedad de esclavos, parejamente disciplinados por los medios y las redes sociales, parejamente ayunos de conciencia crítica, parejamente ajenos a cualquier preocupación intelectual; una sociedad donde leer fuera tal vez una extravagancia y, en caso extremo, de venir acompañado del alevoso acto de pensar, el peor de los delitos, como en la distopía recreada por Ray Bradbury en “Fahrenheit 451”. De ahí que prefirieran llamarse a sí mismos la GENTE LIBRE.

Como lector devoto que fui, soy y  seré, no pude resistirme a poner los entonces escasos recursos de El Bazar del Temponauta en favor de tan noble causa.

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